21-03-2008

Golfo di Nápoli: la picada pizzera de Ñuñoa

Hay ambiente para comer distendido y precios al alcance de familiones; pero sobre todo, un saber hacer en sus masas a la piedra que lo distingue entre sus pares. Del barrio y mucho más allá.


Su entrada es estrecha y hace que pase casi desapercibido entre la heterogénea actividad comercial que todavía enriquece avenida Irarrázaval, a la altura de Pedro de Valdivia, entre caracoles ochenteros e intrincados pasillos comerciales noventeros. Tras un pasillo largo surgen un par de comedores de aire simple y acaso rústico: tanto como las grandes mesas diseñadas para familiones, o el pan que se acompaña de aceite de oliva que pasa en una sola botella entre mesa y mesa. Tanta descripción tiene como objeto enmarcar a Golfo di Nápoli dentro del codiciado (por lo escaso) segmento de las picadas. En este caso, una convertida en secreto a voces entre los aficionados a la cocina pizzera de Santiago.

Es que por un lado luce ese aspecto simple, impecable y campechano que mueve por instinto a la confianza. Súmese la actitud deferente de garzones que cayeron en gracia por su amabilidad medio vivaracha (a ratos demoraban bastante el pedido, pero sin perder la sonrisa) y un recetario reducido sólo a las masas tipo italiano, o sea pastas y pizzas, bien armonizado entre lo servido y lo pagado. En todo caso, cosas nada fuera de lo común. Es al plato donde aparecen las distinciones, sobre todo en sus decenas de opciones de pizzas: su generoso disco de masa, para dos personas, preparado a la minuta y de un raro grosor intermedio (entre delgadas tipo trattoría e infladas como de supermercado) que garantizó trozos o muy suaves o derechamente crocantes de una sola vez. Tanto en la versión Salame-cebolla ($ 4.500) como en la de Tomate y Almejas ($ 5.200) resaltó la buena cantidad de queso mozarella, los cortes gruesos de verdura (los moluscos en tarro, mal), pero en suma un aire artesanal y distintivo.

La justa elasticidad de la Lasaña a la Boloñesa ($ 3.500) y su sabroso relleno, entregaron suficientes garantías de corrección dentro de ese ítem. En postres, un Tiramisú ($ 1.200) de crema espumosa y rica, más una Pannacota ($ 1.200) de dulzor justo pero cuajado disparejo –su base estaba dura- dieron para pensar que por precio nivelan para arriba. Pero una de las leyes de la picada dice que uno, o a lo sumo dos platos son los que resaltan en un lugar. Y allí, sin duda sus grandes panes planos mandan.

Dirección: Irarrázaval 2423
Teléfono: 3413675
Horario: Ma. a sá. de 12 a 02.
Consumo promedio: $ 6.000
Calificación: 5


Publicado en La Tercera, viernes 21 de marzo de 2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

es abundante y tiene buena relación precio/calidad, sin embargo, no pidan lo que les queda para llevar, es mejor pedir 1 plato para 2
porque fuimos con mi pareja, no fuimos capaz de comer más de 1/3 del plato y lo demás nos lo dieron para llevar (cobran 100 por cada envase) pero al llegar a casa nos dimos cuenta que no venía ni la mitad de lo que quedaba…fue lo único que nos decepcionó, así es que la próxima vez comemos todo allá jajaja
lo otro es que no pidan queso extro porque cobran 600 pesos por darte queso pero es muy poquito..
lo demás todo bien
saludos

Anónimo dijo...

Realmente un asco este restaurante. Tallarines de bolsa, recocidos y por qué no lavados... latigudos. Un pesto aumentado con espinaca y más encima te cobran extra por un poco de queso rallado de dudosa calidad.
La lasagna, un apena... realmente la espera de 45 minutos en un pasillo estrecho y de pie, no justifica la porquería de comida que se come ahí.

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