
Se abre esta serie con un sitio que no mejora porque no quiere, porque llega a quienes le importa el precio nada más y se olvida de la calidad ¿Y de quien es la culpa, del proveedor o del receptor? No importa, es malo igual. Su sola publicidad lo retrata de pies a cabeza.
La masificación del sushi en Santiago (hablando de sushi como genérico que engloba rolls, sashimi, niguiri, etc.) es un hecho afortunado, sano pensando en las cualidades nutricionales y en la frescura de un buen bocado de pescado crudo y arroz, por ejemplo. Pero una cosa es apelar a lo masivo y por extensión a lograr un bajo precio por un tema de economía de escala, y otra muy distinta es llenarnos la boca con arroz (qué más encima se nos desarma)más láminas casi transparentes de pescado o vegetales, redundan en un producto seco, más grumoso de lo deseable e insípido. O sea un bajísimo nivel de preparación por poca plata, que podría invertirse en otra cosa (un chapsui de cualquier garito chino es mejor por esas mismas lucas). Es barato, de eso no hay duda, pero a la medida del sabor y del apego a la receta, sale caro.
Además, poner como ‘rostro’ de la empresa al Negro Piñera ya es un atentado al buen gusto.