16-05-2006

Historias de Chancho Chino


Hay que aprontarse. Las tiendas de alimentos orientales aún son novedad, pero crecen y no van a parar. En realidad no hay ciudad con pretensiones cosmopolitas sin el almacenero chino hablando español a tropezones, que sólo por cruzar el mar buscando mejor vida, ensancha la puerta a un comercio con Oriente a estas alturas tan impredecible como imprescindible. En fin, visitarlos en locales de Patronato, cada vez más grandes y surtidos, es asistir a una fiesta de colores, texturas y formas de aires misteriosos; aunque traspasando la barrera de la traducción, no son más que sencillas y efectivas fórmulas culinarias consolidadas a lo largo de siglos o tal vez más. Vale decir: deshidratados y salados en general. Ok, la variedad de productos envasados es tan grande como su historia, pero a una generación de chilenos adultos China se reduce a una lata con carne rosada dentro: le sabe a chancho chino.

Ante la arremetida especuladora del mercado negro frente a las reformas de la Unidad Popular, una de las pocas y seguras fuentes de proteínas que capeaban el desabastecimiento (espontáneo o inducido políticamente, juzguen ustedes) eran estos tarros chinos bajo la socialista lógica de la solidaridad entre los pueblos. Así el chancho se convirtió en un animal político. Un curioso símbolo de la Guerra Fría a la chilena que casi se enterró -al igual que una cultura entera-, luego del bombardeo a la Moneda.

En este caso el casi tiene que ver con lo freak de las relaciones internacionales, donde en ocasiones la necesidad por parar la olla pasa por encima de cualquier consideración ideológica. Y eso le pasó a la dictadura, cuyo rabioso discurso antimarxista era sólo para esos leninistas humaniodes soviéticos, soslayando con silencio a los maoístas con los que Pinochet mantenía estrechos vínculos comerciales. Por eso en plena campaña del plebiscito del ’88, se vieron obligados a disculparse con Beijing y sacar del aire un spot donde se mostraba el sucio hocico de un cerdo junto a una amenazante lata de chancho chino, como parte de su estrategia por demonizar al adversario.

Quien suscribe no probó el mentado porcino por primera vez en los tiempos de la UP, sino en su época universitaria y en un venerable emporio de Valparaíso aún existente. De aquella experiencia se sacó al limpio una conclusión: hay que tener coraje para comerlo solo, recién salido del envase. Es un amasijo con un gusto mezcla de grasa y metal cuando está frío, pero hace poco tuvo su segunda oportunidad y los resultados fueron bastante alentadores. Claro, hay que cocinarlo y de esta forma ofrece un sabor bastante más amable. Su textura está a medio camino entre un paté de precio módico y embutidos igualmente baratos como la mortadela (en Chile, porque en Italia son finas y valen bastante), mientras que al gusto ofrece una textura blanda, de un sabor rústico pero interesante que posee un lejano parecido -no enrojezcan los gourmet puristas- al foie. Las nuevas noticias son que sigue siendo de precio accesible ($ 1.300 la lata) y que a diferencia de los ’70 hay más productos orientales y occidentales con qué complementarlo y devolverle un poco de dignidad a un alimento, que merece un poco más de consideración y menos de prejuicio histórico.

Chancho chino revisitado
Para 2 a 3 personas
Tiempo de preparación: 10 minutos

Ingredientes
1 lata de chancho chino
5 cucharadas de salsa de soya de cocina (o más, dependiendo del gusto)
2 cucharaditas de eneldo (seco o fresco)
2 cucharadas de sésamo blanco
2 cucharadas de aceite vegetal

Preparación
1. Abra la lata de chancho chino por su parte superior. Una vez abierto haga un orificio en la parte inferior y luego pase un cuchillo largo y delgado por los bordes de la lata hasta llegar al fondo. Posteriormente voltee el recipiente y agite para que la masa de carne aparezca en una pieza.
2. Corte los trozos de la carne en dados de unos dos centímetros.
3. Encienda el fuego a nivel alto y ponga una sartén con las dos cucharadas de aceite vegetal. Saltee hasta que los trozos de carne se vean dorados y agregue la salsa de soya y el sésamo blanco.
4. Una vez integrados todos estos elementos, retirar la sartén del fuego y poner en un plato hondo o bandeja. Espolvorear con el eneldo.


Nota: el eneldo se usa para aportar un toque refrescante y herbáceo a la receta. Si desean, pongan más o reemplácenlo por perejil, jengibre, romero o menta.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lata, pero nunca probé una lata de chancho chino en mi vida. Y tampoco sé si me tinca. Pero en fin, buen artículo.

Pilar Hurtado dijo...

Genial el artículo. Como no viví en Chile en esos años, para mí el chancho chino también era una especie de fantasma demoniaco (mi familia es de derecha, of course). Yo lo había probado en Perú y, sin considerarlo una delicatessen, me parecía un tarro digno. Buena la idea de revisitarlo con receta.

yo-claudio dijo...

Me gustaría probar el chancho chino. Ahora bien, lo penoso es que muchos bienes de consumo chinos entran y entrarán al país como a los liberales de mercado les gusta... ¿se entiende?

Anónimo dijo...

es que esas tres "ch" suenan a chile tb po. propongo probar con láminas de xanxo xino grillé.

Anónimo dijo...

El chancho chino es rata, así que no es muy delicioso

Nawel dijo...

Hola, si lees esto, date una vuelta por mi blog mas tarde, ya que estoy escribiendo algo sobre el equivalente gringo del chancho chino (el Spam) y citare tu articulo. Que me pareció bueno, por cierto. Tratare la receta. Saludos.

Betty Blue dijo...

Hola. Yo crecí disfrutando del chancho chino y nunca más lo encontré. Si me pudieras decir dónde consegirlo estaría muy agradecida.

Anónimo dijo...

El chanco chino es ratón en lata

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