08-06-2009

COMENTARIO RESTAURANTE. Miguel Torres: ahora, peso pesado

Pasaron del formato tapas a un restaurante de corte tradicional. Una mutación que les hizo ganar en cantidad, pero manteniendo una calidad españolada, que resalta en la culinaria del barrio El Golf.

Nació como un centro de tapas VIP, al amparo del surtido de vinos de la conocida casa hispana afincada en Curicó. La intención: ser la sucursal de la España siglo XXI en estilo y sazón. Dos pisos cómodos y de sugerente arquitectura contemporánea, ideado para mostrar a viña Miguel Torres, como un pasadizo a otros placeres más globalizados. Pero esto es Santiago y la fuerza de la costumbre fue más fuerte. El tapeo desapareció en gran medida y hoy figuran como el mismo expendio de buen vino, pero con platos más grandes. De restaurante. O sea, perdimos un bar de bocaditosdesign y a cambio surge un comedor con cocina de autor peninsular. Eso sí, por suerte, sostenido sobre un par de cualidades siempre bienvenidas: refinamiento y respeto al sabor de cada ingrediente.

Quizá su ubicación, en una esquina complicada como la de Isidora Goyenechea con El Bosque Norte, no permita que luzca mucho como lugar. Pero si se ve desde otra óptica, a excepción de su terraza, se trata de un sitio íntimo y que invita a concentrarse en lo que ofrece su renovada y breve carta. Esa concisión se agradece, tanto como que su chef José Luis Marín se aleje del canon típico hispano (para qué, si tienen Gernika y Pinpilinpausha cerca) y tiña sabores reconocidos con una pátina de modernidad. Por ejemplo, en la la pequeña porción de Machas ($ 4.900) donde resaltaba un poco de parmesano y su mezcla con arvejas entre otros ingredientes. Salvo por algunas lengüitas duras, todo un acierto en términos de equilibrio de sabores mantecosos y marinos.

Es en los fondos donde la buena mano saca los pies del plato. El Congrio Dorado con Arroz Caldoso ($ 9.900) demostró con creces una peculiar credencial de sabor, tanto en tamaño (vaya que se decidieron a crecer), como también en sabores: la resistencia de esta carne al planchado, permitió una cobertura crocante sin secar el resto del corte, mientras suarroz caldoso al dente aportaba una enjundia sencillamente notable. Luego, los arrestos italianos de los Ñoquis con Pulpo ($ 6.200) resaltaron por una pasta suave matizada por la terneza de los cortes del molusco, en aceite de oliva y nada más. Esa misma muñeca con la pasta se hizo presente en los Ravioles ($ 6.200), otra porción respetable de masa fresca y consistente.

Era de esperarse, los vinos son exclusivamente de la casa Torres. Hay versatilidad, porque ofrecen prácticamente todo su catálogo por botellas y copas; desde la concentración premium de un Cabernet Sauvignon tipo Manso de Velasco, a la chispa cítrica de un curicano Tormenta Sauvignon Blanc ($ 2.700) orgánico. A modo de bonus track, hacer el enlace con España vía un punzante y San Valentín Garnacha ($ 5.200) no está nada mal. Sólo basta afinar un poco más el servicio, no muy informado y sin mucha precisión al servir, como también lento en algo tan esencial para la imagen de un lugar, como levantar las mesas vecinas ya ocupadas. Volviendo, esta vez al fin de la comida, apareció Mousse de Té Verde ($ 3.600) y la tan peligrosa palabra deconstrucción resaltó sin problemas en el Tiramisú de la casa ($ 3.200. Un plato que fue el corolario de las ideas de este local: moderno, con su onda, pero sin descuidar el sabor.

Dirección: Isidora Goyenechea 2874, Las Condes
Teléfonos: 2429360
Horario: lunes a viernes de 12.00 a 00.00. Sábado de 19.00 a 00.00 horas.
Consumo promedio: $ 20.000
Calificación: 6

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