15-07-2008

Consejos para buenos fumadores


José Miguel Salvador vive en este momento en Estados Unidos, seguramente ampliando los conocimientos de su gran pasión: los puros, habanos y cigarros varios. Antes de irse, regaló unos cuantos consejos para su óptimo consumo y de paso derribó algunos mitos extendidos entre quienes gustan (o pretenden) echar humo con clase.


Lo primero es inspeccionar la calidad del cigarro. Se debe revisar cuidadosamente la “capa” del puro (hoja que envuelve el puro como el papel del cigarrillo). Debe mostrar un color parejo y sin venas protuberantes, también debe poseer una textura tersa y sedosa al tacto además de una ligera humedad. Nunca debe fumarse un puro evidentemente seco o con muestras de razgaduras en la capa: “Eso se nota cuando el puro es quebradizo al tacto. Si su consistencia es esponjosa y firme, es recomendable adquirirlo porque sus condiciones de conservación fueron óptimas”. Esto se traduce al haberse preservado a 15°- 20ºC de temperatura y entre un 65% y 75% de humedad en el aire (tal vez en países tropicales aquella aseveración sea diferente). “Envolverlo en una lechuga y ponerlo en el refrigerador es el peor favor que le puede alguien hacer a un habano. Al igual que el té, el tabaco absorbe fácilmente los aromas del ambiente y quedaría impregnado de los olores de las comidas o del mismo vegetal”.


Nada de pasarle la llama al puro para calentarlo “eso puede arruinar la capa” ¿Qué hacer entonces? Encender el pié del puro y moverlo ligeramente de manera circular para que el aire caliente penetre hacia el interior de manera uniforme. Tampoco es recomendable hacerle un pequeño orificio con un palito de fósforo dado que produce una concentración poco grata de picor y amargor, conjuntamente con una disminución del tiro o tiraje, “la perilla (parte superior) debe cortarse con un cortapuros; si se busca mayor intensidad se hace un corte pequeño y si se desea mayor suavidad se hace lo contrario. Lo correcto es encender en forma pareja, y antes de fumar, todo el perímetro del pié (zona que se enciende o aplica el fuego) lentamente para garantizar que se consuma de manera uniforme. La forma en que se quema ofrece gran información: si al botar la ceniza la brasa ofrece forma cónica o de volcán, indica en la mayoría de los casos que el puro fue torcido correctamente y que su combustión es adecuada.


Otra forma de reconocer un buen puro es inspeccionando el crecimiento y color de su ceniza. Mientras más tiempo se mantiene la ceniza adherida al puro, mayor es la probabilidad que se trate de un puro fabricado con hojas enteras y sin molido. El color de la ceniza también debiera denotar la calidad del “terroir”. Una ceniza muy oscura o negra puede ser señal de una tierra pobre en minerales y por lo tanto de un tabaco de menor calidad. Finalmente, cuando termine de fumar, simplemente déjelo en el cenicero para que se apague sólo “así morirá con dignidad”, pide el experto.


Publicado en revista La Cav, año 2006

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