06-08-2006

¿Buenas noches? Una historia de sobrealimentación nocturna


Son las 5.10 AM de una noche julio y es imposible dormir. El invierno muestra su lado más frío por estos días y en la pieza se nota con creces. La sensación se amplifica por la oscuridad, así que mejor meter una colcha extra a la cama y seguir durmiendo. Pero pese al natural incentivo no-se-puede-dormir; la pesadez en el estómago compromete a todo el cuerpo. Hace que cerrar los ojos sea una acción evasiva inútil y aparece la temida noche blanca, la del insomnio. A veces es posible conciliar el sueño, pero el costo es alto, pagado en pesadillas al contado.

Con frecuencia comemos tarde. Basta ver los restaurantes recién poblándose tipo 9.30 a 10 y como dicen en Suecia respecto a ciertas costumbres de los chilenos ‘déjelo, es parte de su cultura’. Pero si nos afanamos más de la cuenta en aquello, el peso de la noche cobra una dimensión literal. El efecto físico para el insomne podría ser similar al de un auto cuando el radiador sobrecalentado, eso si los autos sintieran.

A veces puede haber una solución (le consta a quien escribe estas líneas, pero no sabe si es recomendable del todo quien lea esto) y es un vaso de agua fría, bien fría. Noches como esta (en Santiago) permiten un plus de baja temperatura aliviador al esófago y a todo lo demás. Luego, las revoluciones bajan y el letargo aparece nuevamente. De ahí a esperar lo que queda de madrugada con ojos tranquilamente cerrados, hay un solo paso.

Una indigestión es resultado de una comida copiosa, algo que se amplifica si la tomamos muy de noche. Tanto, que el estómago se siente sobrepasado por la cantidad de alimento y las perturbaciones (malestar generalizado, ardor estomacal, náuseas, acidez, sequedad en la lengua entre otros) madrugan con uno. ¿Pato? ¿Lomo vetado? ¿Pasta rellena con algo cárnico e intenso? ¿Una albacora? Todas esas potenciales exquisiteces pueden reducirse a un solo y gran sentimiento de culpa.

Hay soluciones o atajos al problema y se resumen en a) evitar el alcohol y el tabaco, b) masticar sin prisas, c) no comer de pie, d) no dormirse inmediatamente luego de cenar. Eso entre varias otras sugerencias. Todo para no frustrarse y seguir disfrutando de lo rico que es darle curso a una buena comida pasando buena noche.

Fotografía: Henk Jan Kwant. Cortesía www.sxc.hu

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

No me puedo sentir mas identificada con esta nota...imposible olvidar los estragos corporales que han causado en mi cuerpo las miles de comilonas nocturnas (que en estos últimos meses se aprecian notablemente en mis kilos de más)...A modo de ejemplo puedo citar aquel apresurado malestar estomacal que me hizo manejar a gran velocidad para alcanzar a llegar a mi baño después de sobrepasar las calorías permitidas por mi médico comiendo en el "C" contigo...jeje
Saludos!!

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