12-11-2010

Pachamama y la insoportable levedad de la sazón

Es grato estar ahí por su comodidad, por tener mucho espacio para estacionar, iluminación natural garantizada, garzones que saben de su oficio y se la juegan por que a este nuevo restaurante le vaya de lo mejor gracias a su rol en la sala. Es bonito, finalmente, y espero que tienda a evolucionar y consolidarse. Aunque para eso deberán tener en cuenta que su prestancia es la de un restaurante peruano y tienen que ser consecuentes con esa onda. Eso implica meterle mano a la cocina, en particular a la sazón, que se vio muy pero muy floja. De hecho se les preguntó por qué tanta debilidad y respondieron: "es un restaurante peruano-internacional, señor". Quizá se les pasó la mano en su afán de sofisticación (o de siutiquería, no sé), sobre todo pensando en sus precios. ¿Hay que ir? Para quien gusta de lo suave en extremo anémico, tiene todo para ser feliz.

Sour de gran tamaño (pisco chileno), heladito, fresco, impeque. Tal como lo manda el canon peruano.

El Piqueo Caliente para dos ($ 12.900) era escuálido para el precio (obviando cualquier otra consideración estética que pueda provocar la imagen). Pero ese no era el problema esencial, sino su abismante falta de sazón. No digo picor, sino el gustito especiado propio de una buena mano de cocinero peruano promedio. Era un plato correcto en su preparación general (salvo la masa cruda de los wantanes de la izquierda) pero no lo pediría nuevamente. O a lo mejor sí, pero si figurara en la carta de un hospital.

En Pachamama decir Pescado a la Diabla ($ 6.700 en su versión corvina, la más barata) no indica sabores intensos, ni menos picor. Se trata de pescado al vapor cubierto de parmesano, crema y mozarella. Para el que le gusta la untuosidad, vaya y pase, pero con una breve advertencia: los lunes no es día de pescado en abundancia por lo general y cambia demasiado la textura de la preparación. Deberían avisar si el producto es de guarda larga, para así no pedir un plato donde la levedad de la cocción es la característica esencial.

La abundancia del Arroz con Mariscos ($ 6.900) y una ligera subida en la condimentación de la receta, fue lo que salvó la plata. Resultó ser el mejor plato de la tarde. Mal que mal, la gracia de todo arroz es que su almidón absorbe el gusto y es lo que en realidad vale la pena saborear.

Este debe ser el Suspiro Limeño más raro que he consumido en muchos años. Porque era suave y con textura y dulzor justo en su interior, pero por otro lado no tenía el oporto prometido en el merengue y estoy seguro -tanto como para decirlo on line- que tenía crema de leche en su mezcla, algo fuera de toda lógica para esta receta, cuya materia grasa se me pegó al paladar. Reingeniería pastelera, por favor.


Dirección: Antonio Varas 2207, Providencia.
Teléfono: 885 0035.


Nota: a este restaurante fui por mis propios medios.

1 comentario:

Mónica Álvarez Lama dijo...

Carlos:
en un restaurante que desea mantener a la clientela,frente a las interrogantes de sus comensales,éste debe proporcionar,soluciones,no explicaciones.Especialmente ahora que en Chile tenemos variadas ofertas culinarias peruanas.
Bueno tu comentario ya que ayuda a la hora de elegir dónde comer.

Saludos desde Ñuñoa

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