13-12-2010

Tanaka y el camino de la corrección

La moda está desatada. O eres nikkei o no eres nada, desde la perspectiva del consumidor ondero promedio. Desde que Osaka en hotel W abriera hace poco más de un año, la fiebre por este tipo de cocina fusión peruano-japonesa, sofisticada y rica hasta lo sobrecogedor cuando se hace bien-bien, ha cundido con más o menos méritos por las comunas gastronómicas oficiales -Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea-, y por otros tantos lados del centro con más nueces que ruido (Aomori). Muchos han hecho lo que suele pasar con las modas, o sea, copiar como caraduras, en este caso al restaurante más exitoso de todos: el instalado frente a la Plaza Perú. Otros en tanto se han dedicado a mirar otras recetas y probar en gran medida otros sabores, como en el caso de Tanaka en Alonso de Córdova, mezclado su propuesta moderna con grandes éxitos del recetario criollo de los vecinos norteños. El lugar funciona en un espacio moderno, limpio visualmente y  bastante cómodo en todos sus ambientes, con algunos detallitos estéticos que requieren atención como enchufes demasiado a la vista, más oxígeno para la lagunita de la terraza para que el agua no se vea tan turbia y cartas nuevas más resistentes al roce; pensando en que la propuesta escénica sí que importa para el estilo y para el barrio. De la comida, un compendio de platos que cumplen bastante bien con el ideario nikkei, pero sin llegar a la emoción que otros lugares cercanos (sigo pensando en Osaka) le imprimen a la comida. Así de claro: está bien, muy bien. Pero hay que refinar mucho más para ganarse el cielo de la onda.

Tanaka
Dirección: Alonso de Córdova 4248, Vitacura.
Teléfono: 206 6000 

Nota: a este restaurante se asistió invitado por sus dueños.
Nota dos: los platos son de degustación, no corresponden necesariamente a sus tamaños originales. Ojo.


Pulpo al olivo de dos sabores ($6.800), con salsa de aceitunas verdes y moradas, que aporta color y grata dualidad de sazón a lonjas de pulpo impecables.
Wantanes a la peruana y Queso parrillero maki ($ 6.200 y $ 3.800 media porción). El primero se pidió simplemente para comparar la versión peruana de una receta que no tiene nada que ver con la versión criolla de igual nombre. En todo caso, de fritura correcta y relleno de camarones sabrosos y comedidos en sazón, donde lo mejor estaba en el salteado del medio, ideal para sopearlo. El segundo debe haber sido lo mejor de la degustación, con el quesito tostado en su justa medida; tibio, relleno de camarones y palta en tempura. Crack elegante más encima, un imperdible.

Tropical Maki ($ 6.000 y $ 3.300 la media porción) pecó de monotemático por el gusto de la dulce salsa tropical que monopolizó el sabor. Más matices agridulces, por favor, para que no parezca cheesecake con arroz.

La corrección del Cebiche tradicional ($ 6.200) se agradece. Pescadito fresco y rica sazón (lo rojo no era rocoto, sino pimentón) bien achilenada en todo caso. Para los que no se arriesgan con la novedad, plato fijo.
Camarones envueltos ($ 8.900) y uno de los platos sofisticados de la tarde: camaroncitos rodeados de láminas finas de filete, acompañados de una salsa suave y arroz a la tinta de calamar y huevitos de pescado. Estéticamente impecable. Al paladar, intersante, aunque los camarones no aporten demasiado sabor (no es novedad en todo caso). Más vistoso que sabroso.

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